miércoles, 18 de noviembre de 2009

La Tecnología y la Cruz

Por: Julio Guzmán Fawcett

Los avances tecnológicos de estos tiempos son increíbles. Hace unos pocos años era categorizado como ciencia ficción ver al “Súper agente” utilizando un teléfono celular, creíamos imposible lo que hoy llamamos “video conferencia”, pensar en un correo que enviado de Bogotá a Pekín llega más rápido que el tiempo que nos gastamos caminando a depositar la carta en el correo nos hubiese causado la risa incrédula de Sara. Todas esas cosas que eran “increíbles” hoy son una realidad.

Inventos de una nueva era. Cámaras digitales para foto y video, telefonía celular, agendas electrónicas, sistemas diminutos con capacidad para cientos de canciones y videos, chat, internet, mapas, GPS.

Quizá lo más sorprendente de todo es encontrar todo esto en un solo aparato, y más sorprendente aun cuando consideramos que este dispositivo es más pequeño que nuestra libreta de notas.

Si estas cosas me sorprenden, hay una que además de sorprenderme sobremanera, me desconcierta. Es la siguiente:
  hay personas que poseen estos nuevos teléfonos celulares, con alta tecnología, y con miles de ventajas y de funciones, y lo utilizan solo con dos propósitos: como accesorio de lujo, y para hacer y recibir llamadas. Cuanta memoria desperdiciada, que manera de subutilizar este valioso recurso.

Aunque esta situación podría enseñarnos miles de aplicaciones para la vida espiritual, quisiera enfocarme en una sola,
 y se trata de los beneficios que nos dejó la muerte de nuestro amado Salvador.
De las tantas bendiciones que recibimos por su muerte, solamente nos acogemos al perdón de pecados. Y ¡vaya bendición!, ¡gracias Señor por tu perdón! Pero ¿Qué de la sanidad divina? ¿Qué de la posibilidad de entrar confiadamente al trono de la gracia? ¿Qué de la posibilidad de ser llenos continuamente de su plenitud? ¿Qué de la autoridad que nos dejó para vencer al enemigo y para llevar una vida santa? ¿Qué de sus promesas de protección y de compañía? ¿Qué de la vida abundante y de los ríos de agua viva?

Jesús murió para perdonarte, para darte vida eterna, pero junto con estas bendiciones hay otras muchas que quizá no has tenido en cuenta.

¿Estás disfrutando plenamente de todos las beneficios que Jesús te brinda con su muerte? ¿O estás como nuestro amigo del celular? Hay mucho más que Dios ya te ha regalado.
¡Aprópiate de todas las bendiciones de la cruz! No te conformes con menos

Salmos 103:3 Él perdona todos tus pecados y sana todas tus dolencias; 4 él rescata tu vida del *sepulcro y te cubre de amor y compasión; 5 él colma de bienes tu vida[a] y te rejuvenece como a las águilas.

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