miércoles, 18 de noviembre de 2009

En espera del Fruto

por: Julio Guzmán Fawcett



¿Para cuándo necesita este trabajo, Jefe? _ ¡Para ayer! _ Responde el patrón a secas y con voz firme.

Quiero enviar esta correspondencia ¿Es posible que llegue hoy mismo? _ ¡Por supuesto! _ Responde el encargado de correos _ Solo cancele el valor del servicio y hoy mismo llegará.

Hola Albert (que está en su casa, Europa), ¿Ya transferiste el dinero de nuestro negocio? _ Estoy abriendo la página, Carlos (quien se encuentra en Suramérica) en cinco minutos lo tienes en tu cuenta.

Resultados inmediatos, era de la informática, generación de lo instantáneo.
Solo basta con hacer un clic, pasar una tarjeta, hacer una llamada; para obtener los resultados deseados. Lo que en otros tiempos representaba hacer largas colas, pesados trámites; lo que significaba llenarse de paciencia, seguir viviendo mientras se espera; hoy lo obtenemos “como por arte de magia”, presionando las orejas de un ratón (el mouse de nuestro PC)

Pero aunque la tecnología ha avanzado tanto, aun hay cosas que se toman su tiempo, en las cuales no hay otra opción: “Hay que esperar”


Hay que esperar durante nueve meses la gestación de este hijo que anhelamos. Hay que esperar por la estación del año de nuestra predilección. Para recibir del árbol el fruto deseado solo nos queda una cosa “Hay que esperar”.

En la vida espiritual no es diferente. Queremos ver en nuestra vida el fruto del Espíritu en un abrir y cerrar de ojos, queremos ver el fruto de nuestro ministerio de manera instantánea, queremos ver cristianos transformados por una oración o por un curso, queremos iglesias que crezcan a la velocidad de la luz. Buscamos a Dios, ponemos empeño, trabajamos bien, somos diligentes, pero al no ver resultados inmediatos nos desanimamos y desfallecemos.

Salmos 1:3 dice “Es como el árbol plantado a la orilla de un río que, cuando llega su tiempo, da fruto y sus hojas jamás se marchitan. ¡Todo cuanto hace prospera!”

Para obtener el fruto que vale la pena no hay atajos.
Que hemos de vivir pegados a Dios como la raíz del árbol al río, está claro; deleitarnos en Él y en su ley; te felicito si lo estás haciendo, pero detente aquí, hay una cosa más, no la pases por alto “cuando llega su tiempo... da fruto” cuando llega su tiempo...

No hay formulas mágicas, no hay chasquido de dedos, el afán no ayudará de mucho, la tecnología aquí no es útil, para obtener el fruto que vale la pena no hay otra salida: ¡Hay que esperar!

Te invito a que sigas orando por ese fruto, sigue esforzandote, sigue buscando a Dios de todo corazón, sigue haciendo tu parte. Ánimo. No hay lugar al desánimo, no hay lugar a la depresión, no hay lugar a para la desesperanza. Al no ver resultados, llenate de paciencia, y espera con dicha virtud el tiempo de Dios para florecer y fructificar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario