domingo, 31 de octubre de 2010

Razones por las cuales el cristiano debería estar con la moral en alto.

Usemos un poco la imaginación:

Imagina que te encuentras con un gran amigo, y lo encuentras aburrido, triste, con la mirada perdida, y le preguntas, ¿qué te pasa? Y él te responde, estoy deprimido, es que compre casa. Pero yo la quería por aquí y la compre en Coquivacóa. ¡Pero coquivacóa es un bien barrio!

O te responde, es que me gané un sueldo de un millón de pesos por un año. Pero me lo pagan los quince y no los treinta como yo quería.

O supón que es ese amigo o familiar que es ya mayorcito y todavía está soltero y lo encuentras llorando, deprimido, y te dice “es que conseguí novia” ¿quién es? Ester, huy que chévere, que niña tan del Señor, que bonita! Si, pero tiene un callito en la planta del pie.

Esto no pasa, cuando a uno le pasa algo muy bueno, las pequeñeces no importan. La gran noticia opaca la pequeñez.

Sin embargo en la vida real nos pasa algo, en Cristo tenemos suficientes razones para estar dichosos, felices, animados, con la moral en alto, sin embargo nos desaniman las pequeñeces.

Los creyentes en Jesús no tenemos que estar desanimados, porque tenemos grandes razones para estar con la moral en alto.

En el salmo favorito de todos los tiempos, encontramos la razones por las cuales debemos estar con la moral en alto.

Salmos 23

1 El SEÑOR es mi *pastor, nada me falta; en verdes pastos me hace descansar. Junto a tranquilas aguas me conduce; 3 me infunde nuevas *fuerzas. Me guía por sendas de *justicia por amor a su *nombre. 4 Aun si voy por valles tenebrosos, no temo peligro alguno porque tú estás a mi lado; tu vara de pastor me reconforta. 5 Dispones ante mí un banquete en presencia de mis enemigos. Has ungido con perfume mi cabeza; has llenado mi copa a rebosar. 6 La bondad y el amor me seguirán todos los días de mi vida; y en la casa del SEÑOR habitaré para siempre.

Veamos en el Salmo 23 algunas razones por las cuales debo estar con la moral en alto.

domingo, 17 de octubre de 2010

Enfrentando la depresión

Por Julio Guzmán

1 Reyes 19:1 Acab le contó a Jezabel todo lo que Elías había hecho, y cómo había matado a todos los profetas a filo de espada.2 Entonces Jezabel envió un mensajero a que le dijera a Elías: «¡Que los dioses me castiguen sin piedad si mañana a esta hora no te he quitado la *vida como tú se la quitaste a ellos!» 3 Elías se asustó[a] y huyó para ponerse a salvo. Cuando llegó a Berseba de Judá, dejó allí a su criado 4 y caminó todo un día por el desierto. Llegó adonde había un arbusto,[b] y se sentó a su sombra con ganas de morirse. «¡Estoy harto, SEÑOR! —protestó—. Quítame la vida, pues no soy mejor que mis antepasados.»5 Luego se acostó debajo del arbusto y se quedó dormido. De repente, un ángel lo tocó y le dijo: «Levántate y come.»6 Elías miró a su alrededor, y vio a su cabecera un panecillo cocido sobre carbones calientes, y un jarro de agua. Comió y bebió, y volvió a acostarse. 7 El ángel del SEÑOR regresó y, tocándolo, le dijo: «Levántate y come, porque te espera un largo viaje.»8 Elías se levantó, y comió y bebió. Una vez fortalecido por aquella comida, viajó cuarenta días y cuarenta noches hasta que llegó a Horeb, el monte de Dios.9 Allí pasó la noche en una cueva.  El SEÑOR se le aparece a Elías. Más tarde, la palabra del SEÑOR vino a él. —¿Qué haces aquí, Elías? —le preguntó.10 —Me consume mi amor[c] por ti, SEÑOR Dios *Todopoderoso —respondió él—. Los israelitas han rechazado tu *pacto, han derribado tus altares, y a tus profetas los han matado a filo de espada. Yo soy el único que ha quedado con vida, ¡y ahora quieren matarme a mí también! 11 El SEÑOR le ordenó: —Sal y preséntate ante mí en la montaña, porque estoy a punto de pasar por allí.  Como heraldo del SEÑOR vino un viento recio, tan violento que partió las montañas e hizo añicos las rocas; pero el SEÑOR no estaba en el viento. Al viento lo siguió un terremoto, pero el SEÑOR tampoco estaba en el terremoto.12 Tras el terremoto vino un fuego, pero el SEÑOR tampoco estaba en el fuego. Y después del fuego vino un suave murmullo.13 Cuando Elías lo oyó, se cubrió el rostro con el manto y, saliendo, se puso a la entrada de la cueva.  Entonces oyó una voz que le dijo: —¿Qué haces aquí, Elías? 14 Él respondió: —Me consume mi amor por ti, SEÑOR, Dios Todopoderoso. Los israelitas han rechazado tu pacto, han derribado tus altares, y a tus profetas los han matado a filo de espada. Yo soy el único que ha quedado con vida, ¡y ahora quieren matarme a mí también!  15 El SEÑOR le dijo: —Regresa por el mismo camino, y ve al desierto de Damasco. Cuando llegues allá, unge a Jazael como rey de *Siria,16 y a Jehú hijo de Nimsi como rey de Israel; unge también a Eliseo hijo de Safat, de Abel Mejolá, para que te suceda como profeta.17 Jehú dará muerte a cualquiera que escape de la espada de Jazael, y Eliseo dará muerte a cualquiera que escape de la espada de Jehú.18 Sin embargo, yo preservaré a siete mil israelitas que no se han arrodillado ante *Baal ni lo han besado.

Hay cosas que tenemos que enfrentar en la vida, y una de ellas es la depresión

Hay una cosa que debemos saber, y es que los hijos de Dios tenemos el poder para enfrentar las depresiones.

Una buena forma de enfrentar al enemigo es conociéndolo, por eso hay espías.

Por ello vamos a ver en la vida de Elías las formas de enfrentar la depresión.

lunes, 11 de octubre de 2010

Exterminando las zorras pequeñas

Por: Julio Guzmán

Cantares 2:15 Atrapen a las zorras, a esas zorras pequeñas que arruinan nuestros viñedos, nuestros viñedos en flor.

Hay cosas pequeñas a las que no ponemos tanta atención pero que pueden hacer mucho daño:

- Sin darnos cuenta las hormigas se metieron en el teclado de nuestro computador y lo dañaron. Cuando las descubrimos fue demasiado tarde. Hoy, dicho teclado es un juguete de mi hijo.

- Un atleta recorrió por muchos terrenos para ganar la maraton, le preguntaron que fue lo más difícil de la competencia, el dijo, las piedras pequeñas que se meten en el zapato.

Pasa igual en nuestra vida cristiana, hay cosas pequeñas que nos pueden hacer mucho daño y que tenemos que aniquilar. No son los GRANDES PECADOS que ya hemos vencido, se trata de pequeñas cosas que nos están consumiendo sin que nos demos cuenta.

Nosotros como soldados de Jesús debemos armarnos de valor, tomar nuestra escopeta y aniquilar estas “Zorras pequeñas”

Y ese es precisamente el tema de foco de este mensaje: hay Zorras pequeñas que tenemos que aniquilar para vivir una la vida cristiana victoriosa que Dios quiere que tengamos.

Veamos cuáles son algunas de estas “Zorras pequeñas” que debemos aniquilar: