jueves, 19 de agosto de 2010

Perdón, la puerta hacia la restauración.

Por Julio Guzmán

Pedro se acercó a Jesús y le preguntó: —Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano que peca contra mí? ¿Hasta siete veces? 22 —No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta y siete veces[s] —le contestó Jesús—. 23 »Por eso el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos.24 Al comenzar a hacerlo, se le presentó uno que le debía miles y miles de monedas de oro.[t] 25 Como él no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, a su esposa y a sus hijos, y todo lo que tenía, para así saldar la deuda. 26 El siervo se postró delante de él. “Tenga paciencia conmigo —le rogó—, y se lo pagaré todo.” 27 El señor se compadeció de su siervo, le perdonó la deuda y lo dejó en libertad. 28 »Al salir, aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros que le debía cien monedas de plata.[u] Lo agarró por el cuello y comenzó a estrangularlo. “¡Págame lo que me debes!”, le exigió. 29 Su compañero se postró delante de él. “Ten paciencia conmigo —le rogó—, y te lo pagaré.” 30 Pero él se negó. Más bien fue y lo hizo meter en la cárcel hasta que pagara la deuda. 31 Cuando los demás siervos vieron lo ocurrido, se entristecieron mucho y fueron a contarle a su señor todo lo que había sucedido. 32 Entonces el señor mandó llamar al siervo. “¡Siervo malvado! —le increpó—. Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste. 33 ¿No debías tú también haberte compadecido de tu compañero, así como yo me compadecí de ti?” 34 Y enojado, su señor lo entregó a los carceleros para que lo torturaran hasta que pagara todo lo que debía. 35 »Así también mi Padre celestial los tratará a ustedes, a menos que cada uno perdone de corazón a su hermano.

Para que nuestra vida sea restaurada totalmente, podemos pedir oración, esforzarnos mucho, tratar de restaurar los muros caidos con nuestras propias manos, pero si no atravezamos la puerta del perdón hacia los demás en vano hacemos todo. El perdón es la puerta de entrada a una vida restaurada, empezando por el perdón de Dios hacia nosotros, pero este perdón debe verse reflejado en que nosotros perdonamos a quienes nos ofenden.
En esta historia relatada en Mateo 18 encontramos a Pedro haciendo una de sus inolvidables e innumerables preguntas, que bueno por la gente que pregunta, gracias a que este hombre preguntaba tanto a Jesús, Jesús nos entrego, con sus respuestas enseñanzas inmortales.

Al preguntar a Jesús, Pedro se sentía sobrado, una mala interpretación de el libro de Amós llevo a pensar a los judíos que debían perdonar solo tres veces, argumentando que Dios solo perdonaba tres veces a los hombres por sus ofensas y que no podíamos ser más que Dios. Pedro lo dobló y le agregó, por si acaso una más.

¿Qué le responde Jesús?

Pierde la cuenta. No le hagas más equis al nombre de tu ofensor, ten la disposición a perdonar siempre, y para ilustrarlo nos entrega esta parabola. La gran Parabola sobre el tema del perdón.

Dios nos anima a que perdamos la cuenta, a que desarrollemos un espíritu perdonador, este es un tema que Jesús nunca se canso de predicar, vez tras vez, de una y otra forma, pero esta vez usó una parábola donde el tema del perdón no se puede ilustrar mejor.

Veamos paso a paso lo que aprendemos del perdón en esta impactante parábola.

1. Nuestra deuda con Dios: esta deuda se mide en ofensas hacia Él. (la historia habla de un rey pidiéndole cuentas a un gobernador)

a. La Dimensión: Mat 18:23 »Por eso el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos.24 Al comenzar a hacerlo, se le presentó uno que le debía miles y miles de monedas de oro.[t]

i. Es muy grande. Nuestra deuda con Dios es demasiado grande.

10.000 talentos. 8.000 mil cargueros con un saco de 50 kilos eran necesarios para cargar todo este dinero. El presupuesto de tres ciudades era 600 talentos. La renta de una región próspera como Galilea era de 300 talentos. ¿Imaginas cuanto eran 10.000 talentos? Mucho dinero.

Al tratar de hacer la conversión a pesos mi esposa ni yo pudimos leer cuanto era, pero es algo cómo millones de millones de pesos.

Nuestra deuda con Dios es gigantesca.

ii. Es una suma que no la podemos pagar por más que nos esforcemos. Miles y miles de monedas….

Ni con ofrendas (te doy este dinero para que me perdones…) - Ni con trabajo - Ni con sacrificios

Mat 18:25 Como él no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, a su esposa y a sus hijos, y todo lo que tenía, para así saldar la deuda.

iii. Ni siquiera lo que somos ni lo que tenemos es suficiente para pagar la deuda que tenemos con Dios.

Vendo mis propiedades y te pago la deuda, mi esposa, mi hijo, a mí mismo.Nada de eso alcanza.

No sería suficiente para pagarle a Dios lo que le debemos. ¿Qué tal donde Dios nos empezara a cobrar lo que le debemos? El arriendo, el aire, la luz, la lluvia ¿qué tal que empezara a cobrarnos multa por nuestros pecados?

b. Cómo salimos de esta deuda. Pedimos un préstamo? Cómo hacer para ser perdonado por Dios.
Mat 18:26 El siervo se postró delante de él. “Tenga paciencia conmigo —le rogó—, y se lo pagaré todo.”

i. Humillándose en arrepentimiento. Se postró. El que se humilla será exaltado.

ii. Rogándole a Dios. Rogó.

Si has fallado a Dios, humíllate y ruega que Él te perdone, y la Biblia dice que Él será amplio en perdonar.
Únicamente por la misericordia de Dios, no por tus esfuerzos.

c. Cuál es el resultado

Mat 18:27 El señor se compadeció de su siervo, le perdonó la deuda y lo dejó en libertad.

i. Somos tratados con Compasión. Dios se compadece de nosotros.

ii. Somos perdonados.

iii. Somos liberados. El pecado y la falta de perdón nos meten en una cárcel, somos presos del rencor, somos prisioneros de la amargura, estamos como secuestrados por el resentimiento. de la cual salimos en el mismo momento en que pedimos perdón a Dios por nuestro rencor y perdonamos a quien nos ha ofendido.

Bienaventurado el hombre que ha sido perdonado de sus pecados Sal 32:1

Que dicha, que respiro, que bendición haber sido perdonado por Dios.

2. La deuda de otros hacia nosotros.

Mat 18:28 »Al salir, aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros que le debía cien monedas de plata.[u] Lo agarró por el cuello y comenzó a estrangularlo. “¡Págame lo que me debes!”, le exigió.

a. La Dimensión

i. Muy pequeña: 100 denarios. Cabe en el bolsillo. El salario de tres meses. Millón seiscientos

ii. No se compara con la deuda que teníamos con Dios. La peor puñalada que recibamos de parte de alguien no se compara a la cantidad de veces y la forma en que hemos ofendido a Dios.

b. Nuestra reacción ante la deuda, o ante la ofensa. (se encontró con otro gobernador)

Mat 18:28 »Al salir, aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros que le debía cien monedas de plata.[u]….

i. La echamos en cara: Lo agarró por el cuello y comenzó a estrangularlo. “¡Págame lo que me debes!”, le exigió. Cuantas veces no hacemos lo mismo: Eres lo peor!! Lo que me hiciste no tiene perdón de Dios!!

Cuantas veces la persona nos ha pedido perdón por lo mismo, y nosotros insistimos en recordar lo que nos hizo. ¡Es que tú me heriste! Me devolviste la guitarra rota, sin cuerdas!! Pero ya te pedí perdón!!! Responde el ofensor.

ii. Somos implacables. No escuchamos razones.

Mat 18:29 Su compañero se postró delante de él. “Ten paciencia conmigo —le rogó—, y te lo pagaré.”

La petición de este hombre fue la misma que el otro le había hecho al Rey, sin embargo este no quiso escuchar razones. Lo mismo hacemos nosotros muchas veces.

Es como si dijéramos, esta fue la última oportunidad, no hay más oportunidad para ti.

iii. No perdonamos. Simple y sencillamente tomamos la decisión de no perdonar.

Mat 18:30 Pero él se negó. Más bien fue y lo hizo meter en la cárcel hasta que pagara la deuda.

iv. Metemos al otro en una prisión. Este para mí no existe. Se murió. Hasta aquí llegó nuestra relación.

v. No nos importa que él no perdonar está afectando y ofendiendo a terceros.

Mat 18:31 Cuando los demás siervos vieron lo ocurrido, se entristecieron mucho y fueron a contarle a su señor todo lo que había sucedido.

Cuantas madres afectadas porque sus hijos están peleados. En la iglesia, lastimosamente se forman dos parches. En el trabajo, el ambiente con los compañeros se pone tenso.

c. Lo que revela nuestra reacción.

Mat 18:32 Entonces el señor mandó llamar al siervo. “¡Siervo malvado! —le increpó—. Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste.

i. Hay maldad en nuestro corazón. Dios nos llama “siervo malvado”

No es solo malo el que mata o el que roba, la falta de perdón es también un pecado grave del cual hay que arrepentirse pues muestra ingratitud y desobediencia a Dios quien nos ha perdonado a nosotros, y pide que hagamos lo mismo con otros. Si no perdonamos Dios nos llama “Siervo Malvado” Quien es siervo malvado aquí? No levante su mano por favor.

ii. Somos inmisericordes, no usamos la misericordia que se nos ha otorgado. (bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzarán misericordia)

Mat 18:33 ¿No debías tú también haberte compadecido de tu compañero,

iii. Olvidamos que nuestra deuda ha sido perdonada. así como yo me compadecí de ti?” Si para algo debemos recordar nuestros antiguos pecados, no es para condenarnos, sino para recordar cuanto hemos sido perdonados, y recordando esto poder extender el perdón a aquellos a quienes no lo merecen.

iv. No tenemos temor de Dios. No nos importan las consecuencias de no perdonar. Todos conocemos las consecuencias y no nos importa.

d. Las consecuencias de nuestra falta de perdón:

i. Carceleros, Verdugos.

Mat 18:34 Y enojado, su señor lo entregó a los carceleros para que lo torturaran hasta que pagara todo lo que debía.

Insomnio, depresión, enfermedades, estrés, falta de paz, adicciones, pecado recurrente son algunos de los verdugos que elegimos al no perdonar.

ii. Prisión. Cuando no perdonamos estamos prisioneros del Rencor. No podemos ser libres, estamos atados.

iii. Volvemos a quedar en deuda y se nos obliga a pagar.

Mat 18:34 Y enojado, su señor lo entregó a los carceleros para que lo torturaran hasta que pagara todo lo que debía.

iv. No podemos esperar que Dios nos perdone. No tenemos cara para pedir a Dios que lo haga, es decir, seríamos muy descarados.

Mat 18:35 »Así también mi Padre celestial los tratará a ustedes, a menos que cada uno perdone de corazón a su hermano.

Conclusión
Sal de esta prisión de una vez por todas, para ser restaurado tú necesitas perdonar, y la otra persona se va a beneficiar seguramente, los que te rodean se van a beneficiar seguramente, pero déjame decirte que el más beneficiado vas a ser tú.

¿Sabes lo que es dormir tranquilo? ¿Sabes lo que es vivir en paz con Dios y con tus semejantes? ¿Sabes que es ser liberado de la prisión, sanado de tus enfermedades, liberado del estrés? Eso vas a recibir si tomas la decisión de perdonar a quienes te han herido.

Dios quiere restaurar tu vida y usará el perdón para hacerlo.

Hoy mismo toma la decisión de pedirle perdón a Dios por tu amargura, por guardar ese rencor que has cargado por años y toma la decisión de perdonar a quienes te han herido.

Y una cosa más, toma la decisión hoy de perdonar siempre, de perder la cuenta.

Es el mejor negocio que puedes hacer esta semana. Recuerda, el más beneficiado serás tú.

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