miércoles, 24 de marzo de 2010

Títulos

por Julio Guzmán

El ser humano tiene en lo más profundo de su ser, un deseo de crecer, de avanzar, de superarse. Si alguien es bachiller, quiere llegar a ser profesional, si es profesional, aspira a hacer una especialización, si es trabajador, aspira a ascender en su cargo. Este anhelo de avanzar nos lleva a prepararnos y a esforzarnos para algún día ser dueños de una posición o un “título”


“Estrella de la música”, “artista”, “doctor”, “licenciado”, “especialista”, “pastor”, “gerente”, “señor gobernador”, “señor presidente” son algunos de los títulos favoritos por los cuales el hombre lucha.

No quisiera discutir si esta actitud es cuestionable o no, pero si quiero recordarte que en Cristo ya tenemos una posición, y muchos títulos, mucho más poderosos que “doctor”, “gobernador” o “presidente”
  y lo encontramos en 1Pedro 2:9. Aquí la Biblia dice que los creyentes somos. “Linaje escogido”: miembros de la familia de Dios, de un linaje divino. “Real sacerdocio”: sacerdotes al servicio del rey. “Nación Santa y Pueblo que pertenece a Dios”. ¡Vaya! Que preciosos títulos, que posición de privilegio tenemos frente a Dios, que diplomas más preciados exhibidos en nuestra identidad celestial.

Pero detente a pensar por un momento. ¿Qué pensarías de un gobernante que no gobierna? O ¿un pastor que no pastorea? O ¿Un médico con múltiples especialidades que está trabajando en las estadísticas de una clínica? ¿Qué cosa tienen en común estos tres personajes?

A ellos nadie les quitará el “titulo”. Seguirán siendo “el señor gobernador”, el “Doctor Especialista” y el “Pastor principal” pero, aunque estén haciendo otras cosas útiles en la vida, el rol para el que fueron llamados no lo están desarrollando, la tarea para la cual se prepararon no la están haciendo, el titulo y la posición que tienen, es algo que tristemente no están ejerciendo. Mucho estudio, mucho esfuerzo, mucho título ¿Para qué? Tiempo y esfuerzo tirados a la basura.

El creyente tiene una tarea que ejercer, y esa está en el mismo versículo citado anteriormente: “proclamar las maravillosas obras de aquel que los llamó de las tinieblas a la luz admirable”

Querido hermano, un cristiano que no hace esto, que no testifica, que no predica la Palabra, es como un gobernante que no gobierna, o como un doctor que no ejerce. Aunque tu posición cómo hijo de Dios no te será quitada, tu influencia será nula en esta tierra si nunca compartes las obras maravillosas que Jesús ha hecho en tu vida, y las que puede hacer en la vida de los que se acercan a Él. Él es quien te rescató de las tinieblas en las que anteriormente vivías y te trasladó a la luz admirable, ¿No deberías tú, compartirles a otros como alguien te compartió a ti?

Siéntete honrado por los títulos que Dios te ha dado, y anímate a ejercer el rol propio de esta posición. Se de impacto en esta tierra, haz la tarea para la cual fuiste llamado. ¡Toma ya mismo la decisión de predicar a otras personas el evangelio de salvación!

No hay comentarios:

Publicar un comentario