domingo, 12 de septiembre de 2010

Cambiando nuestra mentalidad en cuanto al señorío de todas las cosas

Nuestra forma de pensar marca nuestro comportamiento.

Miremos por un momento el comentario del libro "Cómo evitar que los acreedores lleguen a su casa." hecho por su mismo autor Randy Morrison.

Muchas personas buscan un modo rápido y fácil de cambiar su situación financiera, sin entender que, en primer lugar, lo que los colocó en su situación financiera precaria fue su manera de pensar. Yo quiero cambiar su forma de pensar, para que usted pueda cambiar su situación financiera. Tal vez ha oído el refrán que dice "si sigue haciendo lo que siempre hacía, seguirá recibiendo lo que siempre recibía". Eso es verdad, sobre todo en la esfera de las finanzas. Demasiadas personas continúan cometiendo los mismos errores una y otra vez, y cada vez esperan que el resultado sea diferente. Pero eso nunca sucede, porque ellos nunca cambian su forma de pensar. Si estamos dispuestos a cambiar nuestra forma de pensar, podemos cambiar nuestros resultados.

Bendiciones,

Randy Morrison

Si queremos la prosperidad de Dios en nuestras vidas nuestra mentalidad tiene que cambiar.

Lo que uno cree no es necesariamente cierto. Ha habido tiempos durante los cuales la gente ha estado engañada: Antes que se descubriese que la tierra era redonda, todos pensaban que era plana; a galileo Galilei lo iban a matar si no renunciaba a ese pensamiento. La gente actuaba conforme a esa verdad, por ejemplo, en el área de la navegación. Sólo hasta 1492 se comprobó que era redonda.

De igual manera nosotros tenemos conceptos equivocados en cuanto a la prosperidad.

Romanos 12:2
2 No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.

Esta renovación de la mente, este cambio en nuestra forma de pensar, también es cierto en la forma cómo pensamos en cuanto al dinero y a las posesiones. Nuestra mentalidad en cuanto a las cosas debe cambiar. La forma como vemos el tema económico debe dar un giro si queremos ver la prosperidad de Dios en nuestras vidas, si queremos que Dios nos confíe más. Si tu mentalidad cambia, tu vida financiera también lo hará, las decisiones financieras serán para mejor.

Este cambio de mentalidad nos va a ayudar a cambiar conceptos equivocados que tenemos que la Biblia nos dice que no son ciertos.

Para ver la prosperidad de Dios en nuestras vidas, necesitamos cambiar nuestra mentalidad respecto a ciertas cosas que consideramos nuestras. Este cambio tiene que ver con el señorío de las cosas.

Veamos algunas áreas que tienen que ver con el señorío de las cosas, en las cuales debemos cambiar nuestra forma de pensar para ver la prosperidad de Dios.

Lo primero tiene que ver con la prosperidad en la vida familiar vida familiar. Quien es el dueño en la familia.

1. Para ver la prosperidad de Dios en nuestras vidas, necesitamos cambiar nuestra mentalidad en cuanto quien es el dueño de los hijos, nietos, parientes.

¿De quién son nuestros hijos?

Nosotros decimos: son mis hijos. Yo los educo como a mí me da la gana, como a mí me parece.

Salmo 24:1 “De Jehová es la tierra y su plenitud; El mundo, y los que en él habitan

a. La Escritura dice que nuestros hijos, nietos no nos pertenecen a nosotros sino a Dios. De Dios es la tierra, su plenitud, el mundo y los que en el habitan.

No estoy diciendo que usted deba cambiar su forma de hablar y no volver a decirlo; es el hijo de Dios. Lo que estoy diciendo es que usted debe cambiar en su corazón y entregar sus hijos a Dios. Porque de nada sirve cambiar su manera de hablar, cuando no hay un cambio en su corazón, un entregar.

b. En la Biblia hay ejemplos de personas que entendieron que los hijos no eran suyos, sino de Dios, dados por Dios por un tiempo determinado.

Ejemplo: Abraham, Ana, María.

Si yo entiendo que no son míos, entiendo también que yo no puedo hacer con ellos lo que se me antoja sino que son de Dios, haré con ellos lo que Dios quiera que yo haga. ¿Cómo quiere Dios que le criemos a esas personitas que le pertenecen a Él? El nos guía a través de Su Palabra.

c. No es necesariamente cómo diga el Sicólogo, aunque a veces aciertan, pues muchos sabiendo o sin saber, aplican los principios bíblicos. No es necesariamente como nos dicen en ciertas instituciones, aunque a veces aciertan, no es como nos dice la tía Gertrudis que debemos criarlos, es cómo dice el dueño que debemos hacerlo.

d. ILS. Si tú te has quedado en una casa de alguien bien organizado, esta persona te muestra todo con respecto a la casa, donde está la motobomba, donde prendes las luces, a qué horas pones la alarma, ojo con lo que está en la nevera, y si tu eres un buen visitante, vas a seguir todas las instrucciones que te da el dueño de la casa, y vas a cuidar cada elemento que en ella está. De la misma forma Dios nos confía la casa y nos dice cómo debemos educarlo y tratarlo en todas las situaciones de la vida.

e. Si queremos ver la prosperidad en nuestra vida familiar de la que hablan los Salmos 127 y 128, tenemos que cambiar nuestra mentalidad en cuanto a los hijos, tenemos que tomar la decisión de soltarlos, de entregar nuestros hijos a Dios. Una vez los has devuelto al dueño, debes criarlos, educarlos, guiarlos cómo el dueño te lo indica a través de su palabra.

Lo segundo tiene que ver con la prosperidad en el área económica, quien es el dueño del dinero que tenemos en nuestra billetera y en nuestra cuenta.

2. Para ver la prosperidad de Dios en nuestras vidas, necesitamos cambiar nuestra mentalidad en cuanto a quien es el dueño del dinero y las posesiones.

Nosotros decimos, es mi plata. Yo me la gané. Y yo hago con mi plata lo que a mí me parece.

• Otros más espirituales dicen: Dios es el dueño del 10% y yo soy el dueño del resto y hago con él lo que quiera, lo se me ocurra, lo que YO PIENSO que debo hacer.

Pero la verdad es que Dios es el dueño del 100 por ciento y El me confía el 90 por ciento para que yo se lo administre de acuerdo con parámetros Bíblicos.

Hageo 2:8 Mía es la plata, y mío es el oro afirma el Señor Todopoderoso.

¿A quién le pertenece el ganado? La carne, el pollo, el chivo, que te comes?

Salmo 50:10 pues míos son los animales del bosque, y mío también el ganado de los cerros. 11 Conozco a las aves de las alturas; todas las bestias del campo son mías.

Deuteronomio 10:14 »Al SEÑOR tu Dios le pertenecen los cielos y lo más alto de los cielos, la tierra y todo lo que hay en ella.

¿A quién le pertenecen las casas, los carros, las propiedades que tienes?

1 Crónicas 29:11-12 11 Tuyos son, SEÑOR, la grandeza y el poder, la gloria, la *victoria y la majestad. Tuyo es todo cuanto hay en el cielo y en la tierra. Tuyo también es el reino, y tú estás por encima de todo. 12 De ti proceden la riqueza y el honor; tú lo gobiernas todo. En tus manos están la fuerza y el poder, y eres tú quien engrandece y fortalece a todos.

a. La Escritura dice que el dinero y las cosas no son nuestros sino de Dios. De Dios es la plata y el oro, no nuestro. Dice que Dios es dueño de todas las cosas.

No estoy diciendo que usted debe cambiar su manera de hablar ya que este es tan sólo un cambio externo; usted puede decir: “la plata es de Dios” y seguir creyendo en su corazón que es su dinero.

b. Si vamos a ser verdaderos seguidores de Cristo, debemos entregarle a Él el control de todos nuestros bienes. Lucas 14:33 33 De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo.

Debemos renunciar al derecho de propiedad de todas nuestras posesiones para entregarlas al Señor.

c. De vez en cuando Dios nos pide que nos despojemos de la propiedad más valiosa que tenemos.

Se lo pidió a Abraham, me lo pidió a mí. Dios me ha pedido regalar cosas que tenía, como he sido conciente que es suyo, lo he hecho.
La viuda lo hizo.

Marcos 12:41-44

¡Imagínese usted echar todo su sueldo al cofre de diezmos! Yo creo que Dios le dio un llamado a que lo hiciera. Esta viuda entendía que el dinero era de Dios, no de ella.

d. Cuando insertamos en nuestra mente esa verdad, reconociendo que Dios es el dueño de todo, y nos sometemos al señorío de Cristo, cada decisión que tomamos al efectuar un gasto se convierte en una decisión espiritual. Ya no preguntamos, “Señor, ¿Qué quieres que haga con MI dinero?” Sino que le preguntamos “¿Qué quieres que haga con TU dinero?”

e. Al manejar su dinero desde esta perspectiva, orando de acuerdo con su voluntad, cada decisión de gastar, invertir, ahorrar, se convierte en una decisión tan espiritual como el ofrendar, diezmar y orar. Igualmente si se que Dios es el dueño de todo, le doy el debido cuidado a las cosas, ya que la casa donde vivo, la iglesia donde me congrego, las cosas que uso son de Dios, por eso tengo que cuidárselas. Por eso no rayo la mesa, ni pego chicles debajo de la silla, ni boto basura por ahí, porque tengo que ser cuidadoso con lo que a Dios le pertenece.

f. Yo no puedo manejar la plata de acuerdo con mis parámetros ya que no es mía, sino que yo la manejo de acuerdo con los parámetros del dueño, o sea, de Dios ya que es suya.

g. Es fácil creer esto intelectualmente y seguir viviendo como si esto no fuera verdad. Por eso necesitamos un cambio en nuestra mentalidad. Para ello algunos consejos.

- Medita en 1 de crónicas 29:11-12 al levantarte y antes de acostarte durante todo este mes. – Cuando hables de las propiedades, recuerda que son de Dios, no tuyas – Ora constantemente durante este mes que Dios te haga consciente que Él es el dueño de todo y que tú debes estar dispuesto a renunciar a todas tus posesiones. – Cada vez que adquieras algo acostúmbrate a reconocer que no te pertenece a ti sino a Dios.

Lo tercero tiene que ver con la prosperidad en el área laboral, el área de nuestras habilidades, dones y talentos. Quien hace que prosperemos.

3. Para ver la prosperidad de Dios en nuestras vidas, necesitamos cambiar nuestra mentalidad en cuanto a lo que hace que prosperemos, quien hace que prosperemos.

Uno dice: “Yo obtuve esto por mi propio esfuerzo”, “yo me mate estudiando, yo me sude trabajando por lo que tengo ahora”

Deuteronomio 8:18 Recuerda al Señor tu Dios, porque es él quien te da el poder para producir esa riqueza; así ha confirmado hoy el pacto que bajo juramento hizo con tus antepasados.

a. La Biblia dice que no somos nosotros obteniendo el éxito y la prosperidad por nuestro propio esfuerzo, si decimos esto nos estamos olvidando de Dios.

La Biblia dice que es Él quien nos da el poder para hacer las riquezas, para alcanzar metas en el área financiera.

De nuevo no estoy diciendo que debamos cambiar nuestra manera de hablar sino ver lo que es verdad, para que haya un cambio de corazón.

b. ILS. Nabucodonosor. Dios le había dado poder para hacer de Babilonia una hermosa ciudad. Era tan poderoso que su esposa un día le dijo que extrañaba su tierra, las montañas, la vegetación de su tierra natal, y mandó a construir los jardines colgantes de Babilonia, porque Dios le había otorgado ese poder.

Daniel 4:30 “habló el rey y dijo: ¿No es ésta la gran Babilonia que YO edifiqué para casa real con la fuerza de MI poder, y para gloria de MI majestad?”

Nabucodonosor se enloqueció. Hasta que reconoció, fue Dios quien me dio el poder para hacer esto, es su reino y no mi reino.

Deuteronomio 8:17 No se te ocurra pensar: Esta riqueza es fruto de mi poder y de la fuerza de mis manos.

Es que tú puedes cambiar tu manera de hablar, pero mientras sigas diciendo en tu corazón esto, no hay un cambio verdadero.

c. El negocio que tienes, la profesión que tienes, los talentos que tienes, esa habilidad para conseguir el dinero, te la dio Dios, no te olvides de Él pensando que fue por tu ingenio, esfuerzo y poder que has alcanzado lo que hoy tienes. Quiero evitarte un dolor de cabeza (hay lecciones que no tenemos que aprender a los golpes)

Cambia tu manera de pensar para que logres un cambio en tu manera de actuar.

Reconoce que Él es quien te da la sabiduría y los talentos para prosperar, y esos talentos conságralos a Él. Pídele a Él que te siga ayudando, empieza a depender de Dios y no de tu habilidad.

Lo último que vamos a ver está muy relacionado con la prosperidad en nuestra vida personal, en todas las áreas de nuestra vida.

4. Para ver la prosperidad de Dios en nuestras vidas, necesitamos cambiar nuestra mentalidad en cuanto a quien es el dueño de nuestra vida.

Uno dice: “es mi vida”

Uno trata de ayudar a la gente y le dice, ¿qué estás haciendo con tu vida? Muchos dicen: es mi vida, yo hago con mi vida lo que quiera. Como quien dice: Usted no se meta.

1 Corintios 6:19-20 “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? 20Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”.

¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios? Ustedes no son sus propios dueños; 20 fueron comprados por un precio. Por tanto, honren con su cuerpo a Dios.

Lo que la Escritura dice es que nuestra vida no es nuestra sino de Dios.

No nos pertenecemos, por eso no tenemos derecho de manejar nuestra vida, nuestro cuerpo, nuestra integridad como personas, como a nosotros nos parece.

Si usted entiende esto no va a hacer más con su vida lo que se le antoja sino lo que Dios le pida y le diga, usted se regirá por los parámetros de El puestos en Su Palabra para usted y para mí.

Vuelvo y digo, no es que usted cambie su manera de hablar y diga es la vida de Dios. No, lo que estoy diciendo es que usted debe entender para que haya un cambio de corazón de verdad en su vida.

Gálatas 2:20 “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”.

He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí.

Nuestra vida es vivir para Dios, que Cristo viva en nosotros y lo que hagamos sea agradable a Él. Ya no vivo para mí, sino para el Señor.

Conclusión

Es hora de cambiar nuestra mentalidad, es hora de reconocer, no solo intelectualmente, sino de corazón que Dios es el dueño de todo, que nosotros somos simples administradores, y que debemos administrarle a Dios todo como Él quiere: Nuestra vida, los recursos, las posesiones, el tiempo, las habilidades, todo.

Es tiempo de renunciar a todo lo que creemos nuestro, entregándole el señorío de nuestra vida, dinero, etc a Dios, para que Él sea el dueño absoluto, y así el pueda confiarnos más, derramar sobre nosotros sus bendiciones, para que se las administremos, para escuchar de Él: “sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré.”

Es tiempo de decirle a Dios, el dinero que manejo, no es mío, es tuyo, haré con el dinero y las posesiones lo que tú me pidas.

La vida, y el cuerpo que tengo, no son míos, son tuyos y hare con mi vida lo que quieres que yo haga, lo que me indicas en tu Palabra.

Es el momento de decir a Dios, las habilidades que tengo para generar ingresos, tú me las diste, por eso, no me robo la gloria, te devuelvo la alabanza que he retenido para mí.

Es momento de entregarle a Dios en tu corazón la familia que te ha permitido tener.

Material de apoyo. Conceptos financieros Crown - Por Howard Dayton.
Conferencia principios financieros Por Edward Leal.

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