Material de Apoyo:
La Santidad de Dios
R.C. Sproul
Hacia donde conduce nuestra vida
la revelación de la Santidad
de Dios.
Cuando uno va a enfatizar
algo, una de las formas que usa es la repetición.
-
Una
casa grande: Una casa espaciosa. Una casa grande, grande, grande: Casi un mansión.
-
Un
tipo gordo. Un tipo gordo, gordo. Un tipo gordo, gordo, gordo.
-
Un
novio feo. Un novio feo, feo. Un novio feo, feo, feo.
Cada repetición nos muestra un nivel de énfasis superior.
El pueblo Hebreo usaba mucho la repetición para enfatizar.
-
Jesús
decía: de cierto de cierto te digo…
- Pablo decía: el que predique un evangelio diferente que sea anatema… y lo repetía.
-
Cuando
los profetas decían, Ay… la gente temblaba, pero cuando decía Ay, Ay, Ay…
temblaba, lloraba, no dormía.
En la Biblia cuando leemos
acerca de los atributos de Dios, todos los vemos en el primer grado. No dice
que Dios es amor, amor, amor, no dice que Él sea misericordia, misericordia,
misericordia. No dice que Él sea ira, ira, ira. Pero hay un solo atributo
elevado a la tercera potencia. Dios es Santo, Santo, Santo. Hay un énfasis en
su santidad, es tan perfecto, tan apartado del pecado, de la imperfección, de
la suciedad del mundo, de la corrupción, es tan limpio, que un solo “Santo” no
es suficiente.
Hubo un hombre en la Biblia
que se enfrentó cara a cara con el Dios Santo, que experimento de primera mano
lo que sucede en nuestra vida cuando nos es revelado su Santidad, cuando
entendemos la dimensión de que Dios es Santo, Santo, Santo.
Isaías
6: La misión de Isaías
1
El año de la muerte del rey Uzías, vi al Señor excelso y sublime, sentado en un
trono; las orlas de su manto llenaban el templo.2 Por encima de él
había serafines, cada uno de los cuales tenía seis alas: con dos de ellas se
cubrían el rostro, con dos se cubrían los pies, y con dos volaban.3
Y se decían el uno al otro: «*Santo, santo, santo es el Señor *Todopoderoso; toda la tierra está
llena de su gloria.» 4 Al sonido de sus voces, se estremecieron los
umbrales de las puertas y el templo se llenó de humo.5 Entonces
grité: «¡Ay de mí, que estoy perdido! Soy un hombre de labios *impuros y vivo
en medio de un pueblo de labios blasfemos, ¡y no obstante mis ojos han visto al
Rey, al Señor Todopoderoso!» 6
En ese momento voló hacia mí uno de los serafines. Traía en la mano una brasa
que, con unas tenazas, había tomado del altar.7 Con ella me tocó los
labios y me dijo:
«Mira, esto ha tocado tus labios; tu maldad ha sido borrada, y tu pecado, perdonado.»
8 Entonces oí la voz del Señor que decía: —¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros?
«Mira, esto ha tocado tus labios; tu maldad ha sido borrada, y tu pecado, perdonado.»
8 Entonces oí la voz del Señor que decía: —¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros?
Y respondí: —Aquí
estoy. ¡Envíame a mí!
Este hombre le tocó
profetizar en una época difícil en Israel, en una transición en el poder, una
época de mucha corrupción, este hombre se llamaba Isaías.
La visión que tuvo de la
Santidad de Dios, cambió su vida por completo, Dios le dio una dimensión nueva
acerca de Él y acerca de si mismo, esta revelación que tuvo, nos enseña HACIA
DONDE ES LLEVADA NUESTRA VIDA CUANDO RECIBIMOS LA REVELACIÓN DE LA SANTIDAD DE
DIOS.
VEAMOS EN ESTE TEXTO A QUÉ
NOS CONDUCE LA REVELACIÓN DE SU
SANTIDAD.
1.
Recibir
la revelación de la santidad de Dios nos conduce a la adoración. V5
a.
En cuanto a Isaías: Su adoración se convirtió en una adoración más
profunda, cobró un sentido superior.
b.
¿Qué
está pasando aquí? La reacción de Isaías fue de asombro, de reconocimiento,
inmediatamente lo reconoció como
el Señor Todopoderoso, lo Reconoció como Rey. Le rindió adoración. Esto es
significativo, pues el Rey Uzías que murió ese mismo año había reinado 52
años, (cuantos presidentes han pasado
por Colombia estos 52 años?) la gente estaba triste y preocupada (nos quedamos
sin rey). Había cierta inestabilidad y quizá hasta desconfianza en la nación,
el ver a Dios en el templo reinando era como diciendo: Uzías se nos fue, pero
nuestro Dios sigue siendo el Rey de Israel. Entonces le adoró como a su Rey y
su Dios.
c.
El
texto no lo dice, pero si vemos en la Biblia lo que hacía los sacerdotes, los
levitas y el pueblo cuando experimentaban la presencia, la gloria, la santidad
de Dios. Se tiraban al piso, se postraban, en adoración, se tapaban la cara
porque era tanta la reverencia que no querían ver a Dios, (nadie puede ver a
Dios y quedar con vida) era tanto el temor de Dios que pensaban que Dios los
iba a matar por el peso de su gloria en ese lugar. Así me imagino yo a Isaías,
al contemplar la Santidad de Dios, al escuchar a estos Serafines cantando
Santo, Santo, Santo su corazón se sobrecogió, se "erizó", un profundo temor de Dios se apoderó de él y se tiró al piso a
adorar su santidad.
d.
Necesitamos
urgente una revelación de la santidad de Dios, porque si eso pasara veríamos en
los tiempos de adoración menos personas contestando celular, y más personas de
rodillas, menos personas conversando y más personas concentradas en Dios, menos
personas mirando quien llegó y más personas con los ojos cerrados, levantando
las manos y adorando a Dios. Veríamos una actitud de profunda reverencia ante
nuestro Dios. Vendríamos con el firme propósito de rendir culto a Dios.
e.
El
ver a Dios, el tener un encuentro con lo perfecto y Santo que Él es, tiene que producir
en nosotros adoración verdadera. No adoración religiosa, (porque los demás lo
hacen, solo por encajar pero sin sentirlo de corazón) adoración verdadera.
f.
Imagina
tu reacción si te pasara a ti. Si vieras a Jesús aquí mismo, hoy, cómo sería tu
adoración. Te asustarías? Lo abrazarías? Te postrarías a sus pies? Llorarías de
la emoción? Le dirías que le amas?
Pues
cómo te parece que la Biblia dice que donde hay 2 o 3 reunidos en su nombre,
ahí está Él, dice también que Él habita en la alabanza de su pueblo. Él se hace
presente. Aunque no lo veas con tus ojos físicos, es un hecho que Jesús está
aquí. Te invito a expresarte a Él teniendo esto en mente. Que le adores, te
postres, levantes tu ser a Él. No te avergüences, no Él está aquí.
Enfrentarte
a la Santidad de Dios debe llevarte a una profunda reverencia, a una adoración
verdadera, a un temor santo por Dios.
2.
Recibir
la revelación de la santidad de Dios nos conduce a ser conscientes de nuestra
pecaminosidad. V5
a.
Al
enfrentarse a la Santidad de Dios, Isaías se dio cuenta de lo grande de su
pecado. Era impuro de labios, y estaba
rodeado de gente igual y peor. Impureza de labios. ¿Qué tan grave es? Jesús
dijo, de la abundancia del corazón habla la boca. Dice que lo que sale de ellos es lo que nos contamina, no lo que entra por ellos. Dice que de cada palabra
necia que decimos tendremos que dar cuentas en el juicio de Dios. Dice romanos,
que en nuestras lenguas hay veneno de víboras, que es como un sepulcro abierto,
que proferimos engaños y que nuestra boca está llena de maldiciones. Rom
3:13-14. Alguno dirá, YO SI DIGO COSAS MALAS; PERO HAY OTROS PEORES.
b.
Para
los demás Isaías era un gran hombre, además de ser de origen noble, era
conocido por su rectitud.
Hoy,
si queremos demostrar la bondad de alguien lo comparamos con “La Madre Teresa”
en aquel entonces la gente diría, “No, más Santo que Isaías” porque en
comparación con los demás era un hombre recto, y seguro que Isaías creía lo
mismo.
Pero
al enfrentarse a la Santidad de Dios, al compararse con Él, se dio cuenta de lo
inapropiado era, lo sucio, lo impuro, lo poco santo que era.
c. Cuando
nos comparamos con los demás pasamos por buenos, pero al compararnos con un
Dios Santo, perfecto, en el cual no hay mancha y arruga, descubrimos nuestra
imperfección.
d.
Es
como si te invitaran a un evento en la capital del país, te pagan los pasajes,
los vuelos están atrasados, llegas tarde, intentas alquilar un vestido y está
todo cerrado, pero tienes tantas ganas de ir, (este viaje tan largo, ¿para no disfrutar de esa gran fiesta?) que te
pones tu mejor pinta, (guayabera) y cuando llegas, todo el mundo con esmoquin,
súper elegantes, ¿cómo te sentirías? Inapropiado, mal vestido, aunque tengas tu
mejor guayabera. ¿Cuando te empiezas a sentir mejor? Cuando llega otro
enguayabado,( engayaberado).
e. Pongámonos
en el lugar de Isaías. Comparándose con los demás le iba bien, se sentía bueno,
pero al ver a Dios, cuya ropa llenaba el templo, cuando te encuentras cara a
cara con un Dios vestido de gloria, de santidad, de perfección, las arrugas y
la suciedad de tu ropa se hacen evidentes te sientes inapropiado, tus
pecados se amplifican. CUANDO ERES CONCIENTE DE SU SANTIDAD, ERES CONSCIENTE DE
TU PECAMINOSIDAD. (Tus pensamientos son Santos, los míos sucios, tus Palabras
son de vida, las mías de muerte, tus acciones son santas, las mías depravadas)
f.
El
Dios que adoramos es un Dios santo, perfecto, apartado de todo mal. Dios
manifieste su gloria, Dios muestre su santidad, para que nos demos cuenta y
aceptemos de una vez por todas nuestro pecado, reconozcamos nuestras faltas,
nuestra suciedad.
Reconoce
con total humildad delante de ese Dios Santo tu pecado, ante él no lo puedes Negar,
no te puedes justificar, no te puedes comparar, reconócelo y dile a Dios, Este
soy yo!!! Esto es lo primero que tienes que hacer, si reconoces su Santidad.
3. Recibir
la revelación de la santidad de Dios nos lleva al Arrepentimiento v 5
a. Isaías
no solo se concientizó de su maldad, sino que se arrepintió de ello, eso lo
vemos cuando el levantó su expresión ¡Ay de Mi! Esto muestra un grito
desesperado, LLORÓ POR SU PECADO, es más
que simplemente “lo siento”.
b. Ay
de mí: era la expresión que usaban los profetas cuando iban a dar un mensaje de
juicio por el pecado, o de maldición, era una palabra fuerte. Cuando el profeta
empezaba su profecía con la palabra AY la gente se asustaba. Isaías la uso en
el capítulo anterior en contra de los corruptos. Ahora la usa contra sí mismo. Él
se sentía tan sucio, tan inadecuado en la presencia de Dios por su pecado que
la usó en contra de sí mismo, lloró por
sí mismo, esto es un fruto del arrepentimiento.
Es
que el pecado es grave, nosotros
estamos tan acostumbrados que no nos pesa, que lo vemos como una cosa de todos
los días, de toda la gente, que no le damos importancia. Decimos: nadie es
perfecto, es que todos tienen derecho a cometer un error. Es como si Dios
hubiese escrito todos los mandamientos y después dijera: “todos tiene derecho a
cometer un error”
Reconocemos
que nadie es perfecto, pero nos sentimos cómodos
con eso, nos hace sentir aliviados,
no nos duele, lo tomamos de
EXCUSA PARA SEGUIR EN EL PECADO, hasta que recibimos una revelación del Dios
Santo.
DIOS
ES SANTO Y DEMANDA UN ARREPENTIMIENTO VERDADERO.
ARREPENTIMIENTO:
ES UN CAMBIO DE MENTALIDAD QUE NOS LLEVA A UN CAMBIO DE CONDUCTA.
ES
QUE VAMOS A UN CAMINO QUE NOS LLEVA AL ABISMO, A LA DESTRUCCIÓN Y NOS DAMOS LA
VUELTA Y CAMINAMOS HACIA DIOS.
ES
UNA DECISIÓN DE APARTARTE DEL PECADO Y ACERCARTE A DIOS, DE DEJAR DE VIVIR EN
TU PECADO, Y QUE DIOS TE AYUDE. De morir al pecado y de crecer en la Santidad.
(Es un proceso)
ESO
SE VA A PRESENTAR CUANDO NOS EXPONGAMOS ANTE EL DIOS SANTO. CUANDO COMPRENDAMOS
SU SANTIDAD, CUANDO VALOREMOS A ESTE DIOS SANTO, SANTO, SANTO
c. Cuando
Isaías contempló la Santidad de Dios se arrepintió profundamente, pide a Dios
una revelación más profunda de su Santidad.
4. Recibir
la revelación de la santidad de Dios nos conduce a la pureza, a la santidad. V6-7.
Una vida diferente.
a.
La
Biblia en el nuevo y en el Antiguo Testamento dice “Sed santos porque yo
vuestro Dios soy Santo” Dios quiere llevarnos allá.
b.
Dios
envió un serafín para que le quitara las impurezas de sus labios, con un carbón
encendido. Imagínate lo doloroso, el lugar más sensible, chamuscado. Es que la
limpieza duele, pero es necesaria.
c.
Es
que cuando uno busca a Dios con todo lo que uno es, con un corazón humillado y
contrito, con arrepentimiento y con fe, recibe el perdón de todos sus pecados. Al
arrepentirnos ante Él, nuestra vida es purificada, y empieza en nuestras vida
un proceso de santificación. Empezamos a odiar el pecado y a amar la justicia,
la santidad.
d. Para
mí, ese carbón encendido representa a Jesús, su muerte, su sangre que nos
limpia de todo pecado. Y el fuego representa el Espíritu Santo, que nos
purifica, nos santifica para Dios. Que quita toda impureza de nuestro corazón.
e. Al
exponernos a su santidad, y al arrepentirnos y poner nuestra fe en Jesús, Dios
impregna su gloria en nosotros, su luz empieza a irradiar en nosotros, tal como
le pasó a Moisés. Es como si nos quitara nuestra ROPA SUCIA, y nos vistiera de
su JUSTICIA, DE SANTIDAD, por medio de JESUCRISTO.
f.
Si
tú le pides perdón con todo tu corazón, él te va a limpiar de todo pecado y de
toda maldad. No importa que tan grande es tu pecado, Dios lo puede perdonar,
limpiar tu vida y santificarte, para que así podamos servirle.
5. Recibir
la revelación de la Santidad de Dios nos lleva a cumplir con el deseo de Dios. V8
a.
Ahora
no quiero hacer mi voluntad, no quiero agradarme a mi mismo, no quiero ir donde
yo quiero, ahora quiero hacer lo que Dios me pide.
b.
Nota
que Dios no dio una orden, solo hizo una pregunta. Fue muy cortes, no fue
impositivo, preguntó “¿a quien enviaré?” Tenía un deseo, quería enviar a
alguien a que sirviera en la Judá de entonces transmitiendo su mensaje. Aunque
el reto era duro, (las cosas que debía decir no eran bonitas, se tendría que
exponer al insulto, incluso hasta la muerte) pero Isaías dijo a Dios: “Heme
aquí, envíame a mí”
c.
Exponernos
a la Santidad de Dios nos lleva a cumplir con el deseo profundo de Dios, nos
lleva a involucrarnos activamente en el servicio a Dios, propósito y voluntad divina. Nos lleva a una
vida de OBEDIENCIA ABSOLUTA ¿Qué es lo que quieres Dios que haga? ¿Dónde
quieres que vaya? ¿a quién quieres que le predique? ¿Qué quieres que diga? ¿De
qué quieres que me abstenga?
d.
Cuando
entiendes la santidad de Dios, cuando la vivimos, cuando recibimos esa
revelación, empezamos a hacer lo que Dios desea que hagamos. Esto habla, no de
una obediencia porque te la impusieron, sino una obediencia por amor, un deseo profundo de agradar a Dios en
todo, de hacer lo que Él te pide, de ir donde Él te manda, sin mucho esfuerzo
porque su santidad se metió tanto en tus huesos, que todo lo que quieres hacer
es adorarle, obedecerle, servirle solo a Él.
Yo te propongo que
ahora, y durante toda esta semana ores pidiéndole a Dios que te muestre su
santidad. Que tengas tiempos de oración y de silencio delante de Él, rogándole
que se manifieste ante ti.
Puede que no le veas,
pero sí que sientas su presencia, que tengas conciencia de su Santidad elevada
a la tercera potencia.
Pídele que puedas
contemplar su santidad, que Él se revele a ti como el Dios Santo, Santo, Santo.
Esa revelación ya empezó a suceder, pero es importante que en tu intimidad
estés procurando verle. Para así crecer en la adoración, en arrepentimiento, en
obediencia a Él y veas un cambio relevante en tu vida.
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