Por Julio Guzmán
Hay un deseo general de la iglesia de hoy, una búsqueda constante, una oración que se repite en cada ciudad y cada iglesia que visito, y es el anhelo de la iglesia del Señor de experimentar un avivamiento, un nuevo mover, un derramamiento de la unción de Dios sobre sus hijos.
Muchos piden unción y avivamiento porque quieren experimentar nuevas emociones: sentir un “cosquilleo” por el cuerpo, caer bajo el Poder, embriagarse del Espíritu, reír y llorar bajo la unción. Sentir, experimentar, disfrutar.
Relaciono a este grupo de personas con los que practican deportes extremos para experimentar los efectos de la adrenalina, que al ser liberada produce euforia pero al pasar el efecto hay cansancio y en ocasiones, hasta depresión.
¡Cuánto deseamos un despertar espiritual! ¡Cuánto anhelamos un derramamiento nuevo de su Espíritu! Pero la motivación preocupa. Nuestro deseo principal pareciera ser estimular los sentidos, reduciendo la unción de Dios a una experiencia únicamente sensorial, carente de propósito.
Muchos piden unción y avivamiento porque quieren experimentar nuevas emociones: sentir un “cosquilleo” por el cuerpo, caer bajo el Poder, embriagarse del Espíritu, reír y llorar bajo la unción. Sentir, experimentar, disfrutar.
Relaciono a este grupo de personas con los que practican deportes extremos para experimentar los efectos de la adrenalina, que al ser liberada produce euforia pero al pasar el efecto hay cansancio y en ocasiones, hasta depresión.
¡Cuánto deseamos un despertar espiritual! ¡Cuánto anhelamos un derramamiento nuevo de su Espíritu! Pero la motivación preocupa. Nuestro deseo principal pareciera ser estimular los sentidos, reduciendo la unción de Dios a una experiencia únicamente sensorial, carente de propósito.