Este es el tercero y último mensaje de la serie, mira los anteriores de la serie para ver el cuadro completo.
Continuando con nuestro estudio veremos las cinco últimas concepciones erroneas de Dios que estudiaremos, ídolos que están en nuestra mente y en nuestro corazón que no corresponden al Dios verdadero y que debemos derribar.
Veamos estos ídolos con la idea de identificar si les estamos adorando y con la dispocisión de derribarlos.
9. El dios alcahueta.
Es un dios que a diferencia del indiferente se interesa por ti, pero no se mete con tus malas decisiones, nada te reprocha, te celebra todo, “te ama tanto…” que te deja “disfrutar la vida” hacer lo que se te venga en gana. Es como un dios “Peace and Love”
¿Quieres estar con el uno y con el otro? Tranquilo, lo importante es que los ames.
¿Quieres tener dos y tres mujeres? Fresco, siempre y cuando veles por todas y por los hijos que tengas con ellas, no hay problema.
¿Quieres conseguir dinero de manera fácil, pero deshonesta? Dale, siempre y cuando no le hagas daño a nadie.
¿has visto a un papá alcahueta? ¿has visto los frutos que esto trae a la vida de los hijos? No disciplinar al niño es no amarlo, quererlo es disciplinarlo.
Conozco a una niña que nunca la corregían, le celebraban sus maldades, le permitían que le hablara mal a su abuela y a sus familiares, le celebraban porque tenía novio en el colegio (7 años) ahora está un poco más grande y es un problema.
Mi Biblia muestra que lo peor que puede pasarnos a los seres humanos es que Dios nos deje hacer lo que se nos da la gana. Las consecuencias de esto son tenaces.
El Dios verdadero es bueno, pero también es Santo, tres veces Santo. Y espera de nosotros que seamos santos. 1 Pedro 1:14-16 Como hijos obedientes, no se amolden a los malos deseos que tenían antes, cuando vivían en la ignorancia.15 Más bien, sean ustedes *santos en todo lo que hagan, como también es santo quien los llamó;16 pues está escrito: «Sean santos, porque yo soy santo.»
Nos conviene la obediencia, nos conviene la santidad. No nos perdemos de nada si somos santos, más bien nos libramos de muchas cosas.
Nuestro Dios no es un Dios alcahueta, de ser así estaría faltando a su amor y a su santidad. Es Santo y lo mismo espera de ti.