Imagina que te encuentras con un gran amigo, y lo encuentras aburrido, triste, con la mirada perdida, y le preguntas, ¿qué te pasa? Y él te responde, estoy deprimido, es que compre casa. Pero yo la quería por aquí y la compre en Coquivacóa. ¡Pero coquivacóa es un bien barrio!
O te responde, es que me gané un sueldo de un millón de pesos por un año. Pero me lo pagan los quince y no los treinta como yo quería.
O supón que es ese amigo o familiar que es ya mayorcito y todavía está soltero y lo encuentras llorando, deprimido, y te dice “es que conseguí novia” ¿quién es? Ester, huy que chévere, que niña tan del Señor, que bonita! Si, pero tiene un callito en la planta del pie.
Esto no pasa, cuando a uno le pasa algo muy bueno, las pequeñeces no importan. La gran noticia opaca la pequeñez.
Sin embargo en la vida real nos pasa algo, en Cristo tenemos suficientes razones para estar dichosos, felices, animados, con la moral en alto, sin embargo nos desaniman las pequeñeces.
Los creyentes en Jesús no tenemos que estar desanimados, porque tenemos grandes razones para estar con la moral en alto.
En el salmo favorito de todos los tiempos, encontramos la razones por las cuales debemos estar con la moral en alto.
Salmos 23
1 El SEÑOR es mi *pastor, nada me falta; en verdes pastos me hace descansar. Junto a tranquilas aguas me conduce; 3 me infunde nuevas *fuerzas. Me guía por sendas de *justicia por amor a su *nombre. 4 Aun si voy por valles tenebrosos, no temo peligro alguno porque tú estás a mi lado; tu vara de pastor me reconforta. 5 Dispones ante mí un banquete en presencia de mis enemigos. Has ungido con perfume mi cabeza; has llenado mi copa a rebosar. 6 La bondad y el amor me seguirán todos los días de mi vida; y en la casa del SEÑOR habitaré para siempre.
Veamos en el Salmo 23 algunas razones por las cuales debo estar con la moral en alto.